A dos metros bajo tierra

 

A lo largo de nuestra andadura hemos ido desgranando el significado de algunas de las costumbres, símbolos o peculiaridades que se encuentran dentro de los cementerios.

Cuando una acude a un funeral es inevitable preguntarse por qué los féretros se entierran a unos metros bajo tierra, exactamente entre dos y tres metros. ¿Por qué? ¿Por qué esa distancia exacta? ¿Qué significado tiene?

Debemos remontarnos al Londres del siglo XVII. La ciudad cae en las garras de un terrible brote de peste bubónica, la mala higiene, la suciedad y la falta de alimentos frescos no hizo otra cosa más que acuciar la situación provocando que la peste arrasara prácticamente al 25% de la población.

Los muertos se contaban por miles; las autoridades veían consternadas cómo los más pudientes escapan de la ciudad y los pocos que quedaban en ella como médicos, boticarios o clérigos ayudaban a los enfermos como podían aún sabiendo que la peste acabaría con ellos.

De poco sirvió la ayuda de estos héroes anónimos, la peste se cebó con la población y el alcalde de Londres, Sir John Lawrence temía que los muertos a los que se enterraba a poca profundidad propagaran más aún la peste entrando en un maldito bucle del que nunca saldrían. Así pues, ante la magnitud de esta grave emergencia sanitaria, el alcalde promulga una serie de normas de obligado cumplimiento con la esperanza de que la plaga fuera reducida.

 

 

Una de ellas era que todos los enterramientos fueran efectuados con un mínimo de dos metros de profundidad, así las sustancias tóxicas que emanaban los cadáveres no hicieran más peligrosa la situación intentando evitar así nuevas infecciones. Esta norma venía con otra implícita, los enterramientos no debían abrirse hasta pasado un año.

Un par de siglos después la perspectiva de esta norma cambió por completo. Si en el siglo XVII se instauró para evitar la propagación de una plaga, en el siglo XIX volvió a instaurarse con el objetivo de que los cadáveres no fueran molestados en su última morada. ¿El motivo? La medicina comenzaba a avanzar a pasos agigantados y se necesitaban muchos cadáveres para realizar investigaciones. La práctica de robar los cuerpos se volvió muy habitual y la preocupación por parte de las familias de los fallecidos hizo que aumentara el número de demandas solicitando una solución al problema.

En la actualidad afortunadamente las plagas están controladas y ya no hace falta ir robando cadáveres, pero siguen existiendo muchas teorías sobre la profundidad a la que se tienen que efectuar los enterramientos.

Una de ellas es que siguen debiendo enterrarse a cierta profundidad para que la erosión natural de la tierra no exponga los cuerpos, aunque la profundidad puede variar según la zona geográfica, en este caso la Tierra manda.

También es aconsejable esta profundidad porque metros más abajo podría discurrir alguna corriente de agua que el proceso de descomposición del cadáver llegaría a contaminar.

Y aunque en pleno siglo XXI está antigua norma no está muy extendida, aún se sigue enterrando “a dos metros bajo tierra”, término que también ha acabado incluido en nuestras vidas para referirnos a la muerte. Aunque ahora ya sabemos que la culpa la tuvo la peste.

 

Clara Redondo

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