Cementerio de Laurel Hill, Philadelphia

Miércoles, toca paseo y hoy nos vamos a los Estados Unidos, concretamente al Estado de Pensilvania para enseñaros el que fue el segundo cementerio rural del país.

Tanto arte alberga que en 1998 obtuvo la distinción de Monumento Histórico Nacional, mérito que muy pocos cementerios han conseguido.

La historia de este bello cementerio comienza en 1836 cuando un grupo de influyentes ciudadanos de Filadelfia quiso que en su ciudad se construyera un cementerio rural naturalista; tranquilo, elegante, retirado pero bien comunicado, un rincón donde todo aquel que lo quisiera pudiera dar descanso a su alma, estuviera vivo o muerto.

Esas fueron las principales premisas de John Jay Smith, fundador del cementerio. Bibliotecario y editor, con intereses de horticultura, tuvo la desgracia de ver fallecer a su hija; hasta entonces el principal cementerio de Filadelfia se encontraba muy próximo a la ciudad, que cada vez estaba más industrializada. Smith no quería que el descanso eterno de su hija se viera interrumpido por la contaminación acústica y los humos.

La propiedad elegida fue adquirida al empresario Joseph Sims; con unas espectaculares vistas, acantilados rocosos y a una distancia prudente de la ciudad. El diseño recayó en las manos del arquitecto escocés-americano John Notman quien ideó para el cementerio de Laurel Hill ideas novedosas en el paisaje y sobre todo en conceptos funerarios.

Para aumentar el prestigio del cementerio, los organizadores gestionaron el traslado de los restos de varias figuras famosas de la Guerra Revolucionaria. Charles Thomson, secretario del Congreso, Thomas Mckean, uno de los firmantes de la Declaración de la Independencia o David Rittenhouse, primer director de la Casa de la Moneda de los Estados Unidos son algunos de sus moradores.

Su prestigio aumentó durante y después de la Guerra Civil estadounidense; Lauren Hill se convirtió en la última morada de cientos de militares, los políticos y los comerciantes más influyentes de Filadelfia también quisieron ser enterrados aquí.

Y es que el cementerio de Laurel Hill, a pesar del crecimiento de la ciudad aún conserva ese carácter rural. De uso público, hace que pasear por él nos pueda parecer estar andando por un bello parque, además de empaparnos de arte funerario.

Aquí podremos contemplar una amalgama de estilos; clásico, gótico, egipcio y otros estilos más exóticos, además de distintos materiales como el mármol, el siempre presente granito, hierro fundido, arenisca. Un mar de obeliscos y grandes mausoleos con un ejército de ángeles custodios se levantan en Laurel Hill, de hecho el cementerio contiene más de 33000 monumentos.

Todo ello hace que hoy en día Laurel Hill sea un todo un museo al aire libre donde el diseño, la artesanía y la iconografía del arte funerario deleita al visitante.

Clara Redondo

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