Homenaje a la vida en el Cementerio Jardín de Alcalá de Henares

Globos, cintas de colores con sentidas palabras, mensajes al calor del fuego y homenajes a la vida. Todo un cúmulo de sentimientos en lo que demostramos la añoranza por los que ya no están.

Sí, en los cementerios hay vida, mucha vida; generaciones que se agrupan para recordar, vivir, reír y llorar. Y el día 1 de Noviembre pudimos vivirlo y comprobarlo en el Cementerio Jardín de Alcalá de Henares.

Este cementerio, si no lo conocéis, guarda una particularidad con respecto a lo que conocemos como estructura o recinto de un cementerio: calles y calles con sepulturas, más o menos ordenadas, que le dan el aspecto de necrópolis, de ciudad de los muertos.

El Cementerio Jardín de Alcalá de Henares, como bien deja entrever en su nombre, es un gran jardín. Casi un bosque. Es un parque en el que conviven la vida y la muerte en perfecta armonía. Es bonito ver a los niños jugando cerca del estanque y corriendo por el césped quitándole ese halo de temor y misterio que rodea al tema de la muerte. Las nuevas generaciones demuestran que para honrar a nuestros fallecidos también es válida la alegría.

Tuvimos el honor de ser invitadas y por supuesto acudimos sin dudarlo, no en vano los cementerios son parte de nosotras y estamos muy orgullosas de ello.

El ambiente era perfecto; pese a que las emociones de los congregados estaban a flor de piel, también se respiraba alegría, tranquilidad y mucha armonía. De un gran árbol que crece cerca del estanque, colgaban miles de cintas de colores con mensajes hacia los que ya no están, dándole un punto de color a la tristeza que, aunque presente en el ambiente, no se dejaba notar.

Una gran carpa acogía los sentimientos: personas anónimas que cuentan historias de abuelas, padres, hijos… su historias, sus vidas. Cartas llenas de sentimientos, amor y esperanza, intercaladas con una muy bien escogida lista de canciones interpretadas en directo que convirtieron esta parte del homenaje en algo realmente bonito, y es que no necesita un apelativo más ostentoso ya que la misma sencillez de todo el evento (y la impecable organización) lo convirtió en algo bonito y digno de ver y vivir.

A la caída del sol centenares de mensajes escritos por los amigos y familiares ardieron en un pebetero para que las palabras convertidas en ceniza volasen hasta donde cada uno de ellas tuviera que llegar.

Para terminar el acto cientos de globos repartidos entre los asistentes se sueltan llenando el cielo de los buenos deseos y recuerdos de los que aún seguimos aquí pero que antes o después estaremos con ellos. Una bonita de hacer llegar a los que ya no están que los que aún seguimos aquí algún día estaremos con ellos.

Fue un bonito homenaje y el año que viene allí estaremos de nuevo. Os invitamos a que vengáis a conocerlo.

Queremos dar las gracias Funespaña, a Jesús Pozo e Isabel Montes de la Revista Adiós Cultural, y a Mercedes García Herreruela, la gerente del cementerio, por ser unos maravillosos anfitriones.

Estos días los cementerios se han llenado de vida, homenajes, rutas culturales y personas que visitan a sus seres queridos. Seguid haciéndolo.

Clara Redondo

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