Mujeres Ilustres: Madame Tussaud

 

A quienes hayáis viajado por Europa a Amsterdam, Londres, París o Praga seguramente os haya llamado la atención las largas colas que se forman en las puertas de los museos de la cadena Madame Tussaud, en cuyo interior albergan las mejores representaciones de figuras humanas de cera, (acostumbrados a los trabajos que hay en el de Madrid. No tienen nada que ver). Pero… ¿Quién era Madame Tussaud?

 

Anne Marie Grosholtz nació en Estrasburgo. No conoció a su padre, verdugo por vocación familiar (era un puesto que se transmitía de padres a hijos) ya que falleció dos meses antes de su nacimiento, por lo que algunos de sus biógrafos se han llegado a preguntar si su fascinación por la sangre y la muerte no sería hereditaria.

Nosotras somos más de pensar que fue cuestión de que su madre, quien tuvo que emigrar a Suiza para trabajar como ama de llaves del Dr Philippe Curtius, un anatomista que realizaba figuras de cera del cuerpo humano para la enseñanza, aprovechó la oportunidad de que su hija aprendiera junto a él sin poner impedimentos y con una mente abierta para la época que quizás no hubiese tenido si su difunto marido hubiese tenido otra profesión.

Juntos, Marie y el Dr Curtis empezaron a crear figuras de cera de personajes famosos: primero las creaban en arcilla, después sacaban un molde de yeso que rellenaban con la cera y sebo vegetal. Una vez solidificada, se retocaba y pintaba, además de ponerle los ojos de vidrio y dientes y pelucas naturales. Un proceso similar se sigue utilizando hoy en día para crear las figuras de sus museos.

La primera figura que esculpió Marie fue Voltaire, y el Dr Curtis y ella presentaron en París una exposición con sus obras, donde además de los personajes famosos, se podían ver representaciones de los grandes ladrones de la época, podríamos decir que precursores de la Cámara de los Horrores actual.

Tal fue la expectación que causó su exhibición, que el rey Luis XVI solicitó a Marie que se trasladara a Versalles para enseñar a su hermana Elizabeth. Pero toda esa vida maravillosa en la Corte se vio truncada en 14 de Julio de 1789, claro. Marie hacía unos días que se había trasladado ya a París cuando el pueblo tomó la Bastilla y el gobernador de la ciudad, De Launay, fue decapitado y su cabeza insertada en una pica. Después de varios días paseándola, y viendo los ciudadanos que se les acababa la diversión porque la cabeza ya no daba para más, fueron a buscar a Marie para que hiciera una reproducción de la cabeza y así seguir con la “juerga”. Así que allí, presionada por la multitud, que estaba para decirle que no a algo, sentada en las escaleras de su propia exposición, realizó la impresión de la cara.

La violencia duró bastantes años, y Curtis y Marie se vieron en la obligación de “renovarse o morir”, y pasaron de representar a los personajes famosos del momento en situaciones cotidianas, a hacerlo con la cabeza cortada e insertados en una pica. Así, Marie acabó haciendo las máscaras mortuorias, por llamarlas de alguna manera, ya que más bien eran juguetes para el entretenimiento del pueblo desaforado y vengativo, de Luis XVI, Maria Antonieta, Corday, Robespierre, Marat, y de quién más le dolió, su alumna Elizabeth.

El 1793 Marie fue encarcelada y condenada a muerte por haber pertenecido a la Corte. Mientras estuvo encerrada en La Forte, conoció a otra mujer a la que le esperaba el mismo destino, Josephine Beahnarais. Ambas sobrevivieron, Marie gracias a los hilos del Dr Curtis, y Josephine para convertirse en Josefina Bonaparte, a la que años después volvería a ver cuando tomó un modelo de cera del emperador.

En 1795 se casa con François Tussaud, un ingeniero industrial; en 1802, acabada la Revolución, se marcha del país con su marido y sus hijos para no volver jamás. Durante el resto de su vida se dedica a viajar por toda Inglaterra donde presenta sus modelos de cera, y el 1835 establece una exposición permanente en Baker Street en Londres, donde expuso hasta su muerte en 1850, a los 88 años de edad. Está enterrada en La iglesia de St Marys Roman Catholic Church en Chelsea, Inglaterra. Fueron sus nietos quienes decidieron volver a exhibir las creaciones de su abuela creando los museos Madame Tussaud.

 

Paloma Contreras

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