¿Qué es un Castrum Doloris?

 

Ya hablamos en el blog acerca de los catafalcos, y nombramos los Castrum Doloris, así que hoy veremos qué son.

 

Tenemos que remontarnos hasta la Edad Media, época en la que la muerte pasa a ser de una pequeña celebración privada al vehículo para que la clase poderosa y dominante pudiera demostrar su status públicamente. Los rituales funerarios de los más ricos, que podían llevar hasta un mes de preparativos y ejecución, tenían sus coros de plañideras, cortejo de pobres (cuantos más hubiese mayor benefactor se le consideraba), los parientes, la procesión de gente con cirios encendidos, y además, su catafalco estaba decorado con un dosel en el que se incluían velas, flores, escudos de armas y esculturas alegóricas, los Castrum Doloris, cuya traducción sería algo así como “castillo de la pena” .

En 1558, por ejemplo, en la Catedral de Santiago se preparó un doloris castrum con forma de torre, de una altura de tres pisos que llegaba hasta el cimborrio, decorado con pendones colgantes y cien hachas de cera; sobre él pendían doce candelabros sujetos de una gran corona que remataba aquella obra de arquitectura efímera. 41 personas trabajaron durante 32 días para participar en las exequias de Carlos I.

No es hasta los siglos XVII y XVIII cuando vuelven a ponerse de moda en la sociedad, donde además se incluyen los “trumienny portret”, (“retrato ataúd” en polaco), que consiste en poner en el féretro un retrato del difunto, hecho en estaño y con forma de hexágono y octógono, que se retiraría antes de enterrarlo, y este solía colgarse en las paredes de la iglesia a la que el difunto había pertenecido en vida.

Sin duda se convirtió en el elemento más emblemático de la arquitectura efímera barroca, ya que en sí encerraba el significado de lo transitorio, la fugacidad de la vida. La decoración principal de estos siempre lleva referencias a la muerte, a través de calaveras, esqueletos… Hasta 1696 estaba reservado sólo para la familia real, pero Carlos II aprobó que también pudiese ser utilizado por la aristocracia y la jerarquía eclesiástica.

Vamos, que el terreno en sí tuvo la misma vida agitada que sus moradores.

La lista de artistas allí enterrados ascienden a 329. Es imposible destacar a todos, así que hablaremos de los que más nos han llamado la atención:

Mel Blanc, la voz en off de los dibujos animados de los Looney Tunes y Hannah- Barbera, aunque nosotros los viésemos doblados, recordamos leer su nombre en todos los dibujos que hemos visto en la infancia. Y como no podía ser de otra manera, leemos su epitafio con la voz de Porky.

 

Se pone tan de moda que los más resonados escultores realizan proyectos en vida de los deseos de los futuros ilustres difuntos; algunos tienen hasta portfolios con diferentes diseños por si alguno puede interesar. Así encontramos este boceto del siglo XVII para un futurible deceso papal:

 

O este otro para un miembro de los Borbones:

 

Churriguera realizó el catafalco de Maria Luisa de Orleans en la iglesia del Real Monasterio de la Encarnación:

 

 

No hace falta destacar que debido a su fragilidad temporal, no existen más que dibujos y bocetos de lo que fueron aquellos majestuosos templetes.

Paloma Contreras

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